12 de junio de 2009

José Larra en el S. XIX y en el S. XXI

El sentido común es un ente abstracto, siendo una ilógica interpretación –para algunos- del “haré lo que me parezca”, dependiendo, según la cortedad mental del ensalzado o entronizado para ejercer cargo o menester público, olvidando rápidamente el término “publico” para reconvertirlo en privatismo o amiguismo, quizás por el parecido con la cercanía sonora del primitivismo en un sentido peyorativista, más próximo al “amiguismo” de los intereses personales, con lo cual el concepto público se pervierte en la maleza del vulgar y poco evolucionado ser humano en una deriva refinada del corporativismo imperante de “sus” semejantes por cargo.

El sentido de la educación y del ejercicio público responsable, se convierte en la antítesis por quienes debieran ejercerla con corrección.

Siendo en esa corrupción dialéctica platicante (–que tanto les gusta y que por su manifiesta incultura, una gran parte de tan ilustres cargos públicos, necesiten de “negros” que les preparen sus ambivalentes e inconcretos discursos-) en el ejercicio propio de “sus deberes”, en una fórmula retrógrada de las funciones para las que fueron elegidos y reconvertidas en el “hago y ordeno lo que me da la gana”, olvidando el trabajo para el que fueron “ungidos” y pareciéndose más a una colección de privacidades, (cuando han sido elegidos para servicio ciudadano) de cuadros organizados bajo el vasallaje Nepotístico imperante, para salvaguardia de sus propios haberes y status.

Mientras los estamentos públicos en sus representante se parezcan a privatizados (algunos les gustaría ser en vez de trabajadores públicos para la sociedad –para lo que fueron elegidos- estimados patricios de vaya a saber el lector de que Imperio…….quizás el de sus fantasías megalomaníacas (es lo que tiene la mal llamada erótica del poder) de su propia sustentación, en sus “ridículos” ensalzados por y en la corte de los propios cargos, y los beneficiarios de estos particulares “benefactores”.

: : sus agradecidos amigos de comparsa dispuestos al aplauso fácil en cuanto les dan la señal para ello. (claqueta )

El asunto resumido pudiéramos trasladarlo al inoperante “jefe” que antes de elegir para función o cargo, prefiere al inútil sin conocimientos en la materia que a persona válida y con conocimientos, simplemente para seguir demostrando que es “él, el jefe” …..el resto y la mejora de las funciones y desarrollos es lo de menos. Solo importa “su status”

Del refranero: En el país de los ciegos, el tuerto es el rey

Trasladado el ejemplo al reino animal y en concreto al género al que pertenecemos: mamífero, sabrá el lector como marcan los cuadrúpedos de la especie el territorio ……………un poco de orina por aquí y otro poco por allá , lo fisiológico por encima del intelecto. Algo extrapolable a ciertos bípedos mentados.

Que miedo tienen algunos de estos personajillos entronizados “digitalmente: a dedo”- por encima del bien y del mal, a las personas cultas y preparadas, que pasando de prebendas ejercen su trabajo con la dignidad que ellos no son capaces ejercer y por ende de trasmitir.



…fruto y representación “teatral” mundana de sus propios super-egos, solamente forrados de bonitas vestimentas y joyas…….como si el interior de la persona fuera el vacío inexistente o coloquialmente “un relleno de serrín para hacer muñecos para jugar

Pongan a estos personajes públicos en empresa privada y rápidamente serían rebajados de puesto……por sus malos formulamientos y rendimientos.

Como elefantes entrando en tromba en cristalería

Por el propio aburrimiento degenerativo que generan y trasmiten hacia sus trabajadores; que verán como sus esfuerzos en el trabajo para beneficio de la “empresa” no llevan a ninguna parte con semejantes jefes, que ni incentivan, ni dejan proponer, ni dejan hacer, …..dejando a la empresa en la bancarrota y en huida a los verdaderos válidos trabajadores.

Sátrapas en sus peores afecciones lingüísticas, que mantienen caducos y cerrados argumentos, haciendo del mobbing en este siglo su mejor herramienta para su propio beneficio del poder y su colmado.


Vuelva usted mañana de José M. Larra.




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