Han sido, muchas durante décadas, las fiestas por antonomasia. Los Sanfermines, que acercan hasta Pamplona a medio mundo entre el 6 y el 14 de julio, han cambiado en exceso estos últimos años pero siguen siendo una referencia para todos los que desean conocer de cerca un pueblo en estado de gracia, al menos durante una semana que va mucho más allá del celebérrimo encierro de toros que recorre las calles del Casco Viejo todas las mañanas desde el día 7.
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Todo comienza, oficialmente, con el Txupinazo, a las 12:00 del 6 en la Plaza Consistorial, pero, desde principios de año, el pamplonés se acerca a la fiesta de julio al son de la tonadilla popular: el uno de enero, el dos de febrero, el tres de marzo, el cuatro de abril, el 5 de mayo y el seis de junio, las peñas iruindarras y algunas sociedades están a rebosar, siguiendo la senda de la escalera al cielo que explota ese seis de julio en el que destacan la corrida (de rejones) de la tarde y las Vísperas de la noche. ¡Ojo, el 7 ya tienes feria de ganado equino!, fuera del Casco Viejo. Y... ya estás en pleno día grande, en el que, a las 10:00, suele pasearse San Fermín en la Procesión que precede a la Misa Mayor.
Desde ese día 7, la fiesta taurina, esencial en Iruña, cuenta en su programa con el concurso de recortadores y de ganadería matutino y diversos conciertos y recitales de jotas, también matutinos, que se complementan con otras citas puntuales como la ofrenda floral infantil a San Fermín, los desfiles de gigantes y cabezudos y las muestras de deporte rural. Por las tardes, la corrida de toros, precedida de los desfiles de caballeros, marca la pauta del día que se adentra en la noche con verbenas en diversos puntos y animación callejera de diversa orientación pero a los más jóvenes adultos no les falta la otra música, la que ofrecen locales más especializados.
Tradiciones y encierros
Todo el mundo ha visto imágenes del encierro de toros en el que se traslada el ganado que a la tarde se torea en la Plaza de Toros desde los corrales de Sto. Domingo al propio coso pamplonés. Para muchos, sin embargo, tales imágenes (en un programa de enorme audiencia internacional) parecen llegarles de forma confusa: cada día son más, los visitantes que, nada más llegar a la capital navarra por primera vez, se lanzan a la aventura sin tener claro de qué se trata esta carrera de 825 metros. Por cierto: el día anterior, por la noche, dicha torada es conducida desde los corrales centrales (los del Gas, en el barrio de la Rotxapea) hasta los de Sto. Domingo, en otra carrera sin corredores y en silencio de indudable belleza.
Y, lo que hoy conocemos como Sanfermines, son el resultado de un acuerdo sobre la idoneidad de contar con un espacio festivo durante el verano, dado que las fiestas originarias, celebradas en meses como el de octubre, honrarían a San Francisco Javier o San Saturnino en un ambiente gélido, de lluvia, frío e incluso nieve. Fermín, ordenado sacerdote en el 303, daría, siglos después, nombre a un programa festivo que engordaría con el paso de los años y que ahora, al igual que el encierro, es el de unos festejos multitudinarios.
Tradicionales y modernos
Son muchos, también, los que han alertado durante los últimos años, de la pérdida de memoria de los últimos consistorios, algo que ha dado al traste (quizá, definitivamente) con tradiciones que, en ocasiones, han echado en falta los visitantes habituales, procedentes de los más diversos puntos geográficos del planeta. Sin embargo, los amantes del jazz, los del pop y el rock, pueden disfrutar de ciclos musicales
alrededor de la medianoche (o antes) en el Parque de la Medialuna, en la Plaza de los Fueros o en la de los Burgos, al lado del Ayuntamiento. El ciclo de jazz sanferminero ha incluido en pasadas ediciones, conciertos en memoria de artistas como Tete Montoliú y las Noches de San Fermín se han podido compartir con otros, como el gran Chuck Berry o Maceo Parker. Además, se ha homenajeado al grupo Barricada por sus primeros 25 años en el mundo del rock. De la Txantrea al cielo...
Y, en lo que a los bares respecta, pueden citarse un gran número de lugares con encanto, caso del Toki Leza de la Calderería (cueva del rock del Casco Viejo, durante todo el año). No abundan los locales que cuiden la música pero no es difícil encontrar un pincha ocasional en muchos sitios en los que puedes encontrate en familia, si bien es en otros lugares donde se concentra buena parte de la escena dance o la pasión por la música electrónica. Cierto: el Labrit (Front-On), el Txukinden (calle San Agustín), Kantxa (junto al Labrit) o el Nicolette Club de Ritmo (c/ Tejería) se encuentran en el Casco Viejo de la ciudad, aunque no sólo en el Alde Zaharra de la vieja Iruña puedes montártelo de maravilla.
El barrio de San Juan/Donibane cuenta con locales tan contrastados como la sala Reveren2 de Monasterio de Velate, que se decanta por programas como los que dieron origen a La Faktoría Electrónica. Iturrama, por su parte, tiene todo el año actividad en el bar La Traca (completo equipo de dj,s de tendencia musical complementaria) y, en Aizoain, Artsaia, toda una escuela de música durante el año y una referencia imprescindible para todos los melómanos, te brinda la oportunidad de relajarte fuera de la ciudad y nada lejos, poco más allá de Berriozar.
Las continuas novedades del programa de San Fermín han creado el Día de Hemingway, el año 2009, dado que ya se han cumplido los 50 años de la última visita del escritor estadounidense a la capital navarra. Ernst Hemingway, autor de obras mejores, situó la acción de Fiesta (The sun also rises) en Pamplona, donde halló una original relación entre el toro y el hombre, algo que ha dado más fama, si cabe, a las fiestas, en las que no han pasado desapercibidos otros grandes de la escena cultural estadounidense, como el realizador cinematográfico Orson Welles.
La película de los sanfermines
Durante el verano de 1966, se rodó en Pamplona Carnaval de ladrones, filme de intriga de Roussell Rouse que reflejaba la fiesta pamplonesa de la época a través de la mayoría de sus fotogramas. Después de tantos años y de tan escasa repercusión comercial, desde 2009, Carnival of thieves recupera su esplendor gracias a un libro de cine que el periodista navarro Ramón Herrera dedica al evento y al aficionado más interesado por las curiosidades del 7º Arte. Y el libro, además de curioso, resulta, a la postre, imprescindible para conocer no sólo el cine de aquellos mágicos años sino, también, la sociedad pamplonesa del postrero franquismo, en el que los Sanfermines representaban la excepción, al ser unas fiestas populares en un desierto festivo de pompa y palio.
Carnaval de ladrones (el libro) viene a ser algo así como `la película (recuperada) de los sanfermines´, subtítulo de esta publicación que incluye fotografías también curiosas del rodaje y de la película en sí, acompañadas de breves textos explicativos que llevan al lector hasta la década de los 60 del pasado siglo, en la que el film pasó sin pena ni gloria y ni tan siquiera se comercializó en video en España. El irlandés Stephen Boyd (Ben-Hur), Ivette Mimieux y Giovanna Ralli protagonizaron una de policías y ladrones que despierta el asombro al descubrir a sus intérpretes en el Mesón del Caballo Blanco o la Plaza del Castillo, donde se rodarían algunas escenas posteriores a los Sanfermines, con procesión incluida.
Santiago J. Navarro
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