Menudos días de relajación y calma que he tenido…..tranquilos que no hablo del frenesí de estos días, me tengo que remontar para contar esta historia, 25 días atrás, cuando mi teléfono móvil, con muy baja la batería, empezaba a avisarme a base de unos pitidos molestos en mitad de la calle, lo tuve que apagar por la emisión de los “graznidos” con que cada 15 segundos “alborotaba” la máquina, buscándose el alimento de energía.
Sin yo saberlo, en esos momentos, en lo que apretando un botón lo dejé dormido-.
Empezaba la quietud…..más larga de lo pensado en un primer instante.
A la vuelta al estudio saqué el celular del bolsillo, con intención de dejarlo cargando, mientras localizaba “unos materiales para pintar sobre papel”, a la primera ojeada que di, el cargador no se encontraba en su lugar habitual, junto a sus semejantes, pero diferentes ( Cada “máquina” tiene su propio cargador, calcule el lector un buen número de aparatitos electrónicos….y verá que tenemos un gran cifra de ellos) el concreto de mi móvil no estaba a la vista…..con lo cual, seguí en mis otros menesteres, con la esperanza de ver el cargador aparecer por encima de alguna mesa…..
Así fueron transcurriendo los días, alguno de ellos lo fue de “búsqueda y captura del cargador”, pero cuando algo desaparece “tan misteriosamente”, lo mejor es dejarlo…venir.
Conforme pasaban los días, me regocijaba de la tranquilidad en la que me encontraba. (Ya tenían todos un correo electrónico si deseaban localizarme), y de hecho, aparte de pensar -esto lo descubrí al tiempo- la mayoría que estaría de viaje, al final, y ante las prisas de no poder localizarme…..utilizaban el e-mail.
Fue un primer correo electrónico el que me hizo pensar en las llamadas y mensajes sms que mi móvil me estaría escupiendo –sin parar- si lograba despertarlo……pero su cargador era un ausente en el estudio, y lo mejor de todo es que sabía, que no había salido del lugar en ningún momento. Tenía que estar…¿Pero dónde?
Siguieron pasando los días: 15 días, 20 días 24 días y al veinticinco día, mi silla giratoria dejó de girar y el problema del cargador desapareció, todo estaba concatenado: la silla y el cargador habían hecho una simbiosis de camuflaje para éste último- perfecta-. durante todos estos días…. el cable del cargador por culpa de mi movimiento había quedado enrollado del eje de la silla cual ovillo muy apretado, no dejando al final, libertad de movimiento a mi silla y de tal manera encontré lo que ya había dejado de buscar, cuando agachado trataba de averiguar la falta de movimiento del asiento.
Mi móvil podía “volver a la vida”……..Lo cargué y cuando lo encendí:………..Esto se lo pueden imaginar más fácil y no entraré en detalles
PD: Tras este “lujo forzoso” que el azar me ha aportado (para otros probablemente “pesadilla”) vuelvo a tener “comunicación” vía teléfono.
Para todos los que pensasteis que "durante mi incomunicación" estaría de viaje este tiempo…..-sin saberlo en su momento-; deciros que sí….he logrado estar 25 días en la tranquilidad, sin los “agobios y velocidad” del teléfono móvil.
Buen descanso y vuelvo a estar "localizado".
las fotos que ilustran la "historieta" las he seleccionado del 2000 para mostrar los estados de felicidad a los que se puede llegar sin movil
No hay comentarios:
Publicar un comentario