3 de febrero de 2008

Mi vuelta es la reafirmación de que estoy vivo (F.I.)

Un saludo cordial Fernando Iriarte, nos vimos dos días antes de tu inauguración de esta exposición en Pamplona –nuestra ciudad de origen- y me alegro que sigas tan vital en este terruño de silencios y silenciados como bien dices.

Desde este blog mi apoyo ……….. y para los que no conozcáis este lugar cerrado y asfixiante para los artistas que acostumbramos a crear y pensar podéis leer las declaraciones de Fernando Iriarte, pues el mero hecho de pensar y expresarnos es motivo por estos lares para el Mobbing más irracional por parte de los que debieran velar por la cultura en esta tierra, en el más amplio sentido de la palabra, pero para ello se supone que hay que sentir y amar ……… y a algunos desde sus poltronas convirtieron sus propios corazones desde ya hace muchos años en piedras. -Autómatas de lo mismo.

He encontrado esta antigua caricatura- ilustración publicada hace 2 siglos en el periódico donde narraba sus crónicas el escritor Leopoldo Alas Clarin....... y ya que estamos de Carnaval .........

dice el texto: REGRESANDO DEL BAILE

“¡Pués Señor no me explico esto! Creía yo estar perfectamente disfrazado, y sin embargo, apenas entré en el salón me conocieron todos. Aseguran que apenas he conseguido desfigurarme” (Memorias de un político).

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::--------------Entrevista íntegra a Fernando Iriarte publicada en el Diario de Noticias hoy---------------------------------------

Fernando Iriarte: "Mi vuelta es la reafirmación de que estoy vivo" tras cinco años sin exponer, el pamplonés acerca al público sus cuadros más recientes Exhibe una quincena de óleos realizados "sin prisa" durante todo un año de trabajo, el pasado 2007

pamplona. Estuvo a punto de retirarse. No de dejar de pintar, le gusta demasiado como para dejarlo. Pero sí de desaparecer "del mundillo", como llama él a la cara más comercial del arte, al circuito de exposiciones, al poner la cara y la sonrisa para la foto. Pero se tomó su tiempo para reflexionar -cinco años, no exponía desde 2002- y ha vuelto. "No tengo nada que perder. Esta exposición es la reafirmación de que estoy vivo, y con ella quería demostrarme a mí mismo que voy a seguir en esto", contaba ayer Fernando Iriarte (Pamplona, 1958).

Las obras que muestra ahora al público lo confirman. Y el público. Le esperaba. Sólo en una tarde, la del viernes pasado, día de la inauguración, vendió siete cuadros. Pinturas fruto del trabajo de un año, 2007, de las que el autor apenas cuenta nada de viva voz -los auténticos artistas no hablan de sus obras, dejan que ellas hablen por sí solas-, por eso mismo es complicado dar forma escrita a las que habitan la sala 1 de la galería Pintzel. Hay que verlas. De lejos, en conjunto, para dejarse envolver por ese particular universo, esa atmósfera sentida y pensada que traspasa el lienzo; y de cerca, para apreciar el trabajo que hay detrás de cada pincelada, de cada mancha con la espátula, de cada tonalidad. "El proceso es muy lento, y la técnica complicada", reconoce Iriarte. Él mismo prepara el óleo con pigmentos crudos y elimina los brillos del aceite como puede para lograr el resultado que busca. Usa el pincel y la espátula -"soy antiguo, me he quedado en la época de Vermeer", cuenta-, y, ante todo, disfruta de la aventura de moldear el cuadro durante horas y esperar una semana a que se seque, de aplicar una veladura y otra, de experimentar con un amarillo, y otro y otro hasta dar con el adecuado. "Es lo que más me gusta, la cocinilla, el oficio de pintar, los pigmentos, el aceite, ese olor...", dice. Todo este tiempo que se ha permitido para pensar, sin exponer pero sin dejar de pintar, ha hecho que Fernando Iriarte pierda la prisa: "Antes iba a dos exposiciones por año, lo que exigía una producción de 60 cuadros. Y a mí me gusta tomarme mi tiempo, como lo he hecho ahora. Por eso estas pinturas están más trabajadas". Por lo demás, dice, su manera de crear "no ha cambiado en nada".

la cruda realidad Iriarte sabe lo que se siente cuando, con toda la ilusión del mundo, uno aterriza en el duro suelo de la realidad. Lo descubrió poco después de que, a sus 26 años, el Gobierno de Navarra le concediese una beca artística con la que se marcho tres años a Berlín. "Vas con la intención de conquistar aquello, pero llegas y te encuentras con que hay cinco mil pintores. Entonces aterrizas un poco", cuenta. "Les pasa a todos los artistas, es algo cíclico. Cuando empiezas tienes becas, apoyos; pero pasan los años y o te reciclas de funcionario o lo tienes muy chungo. Salvo que te lleves muy bien con las instituciones. Aquí en Pamplona, o te llevas bien o no tienes nada que hacer. Yo no me llevo, y por eso las he pasado putas", dice.

Pero ha resistido. "Estoy en forma gracias a amigos que me han animado a exponer; mucha gente de mi generación lo está dejando, vivir de esto es algo heroico", asegura. Y más cuando, con una trayectoria artística más que sobrada, uno se siente ninguneado. "Estoy asqueado de ver lo que pasa en Pamplona. La manera tan oscura y arbitraria en que se compran las obras desde arriba. Y con dinero público. Ahora el Ayuntamiento irá a Arco y se gastará 50.000 euros en no se sabe qué para poner no se sabe dónde... y ya no es lo que compre, eso es subjetivo y te puede gustar o no, sino quién elige lo que se compra, que son los mismos desde hace tiempo...", denuncia Iriarte, quien preparó inicialmente la exposición que protagoniza en Pintzel para mostrarla en la Ciudadela. "La tenía solicitada y se supone que concedida, pero recibí el silencio por respuesta, y de no ser por José Luis Mayor, no expongo", cuenta.

También se sintió "ninguneado" con motivo de la exposición Silencios. 22 pintores navarros que acogió Baluarte el pasado mes de mayo. "No tanto porque no me ofreciesen participar, sino porque en el catálogo se resumía la historia de la pintura navarra en los últimos veinte años, y los historiadores ni me citan", dice Iriarte. Cosas como ésta le hicieron retirarse, pararse a pensar. Y llegar a la conclusión de que, por muy "sangrante" que sea, desgraciadamente no se apoya el arte de verdad, sino el de quien trepa y hace amigos, el de quien no molesta .


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