Recordando un simpático malentendido – y con ciertas miradas de
odio- tengo el placer de retornar a otros
tiempos y recordar esta anécdota de cuando me encontraba recibiendo un curso de
cerámica moldes y contra moldes, técnicas para crear con el siempre barro
objetos y esculturas que salían gracias al movimiento de nuestras manos y de
técnicas empleadas desde muy antiguo, con elementos simples (agua arcilla
escayola fuego y diversos componentes que se relacionaban como en la alquimia
gracias a los elementos……
Era un lunes en los principios de la década de los 80.
Temprano recién abiertos los comercios, me encaminé a una
conocida droguería .Uno de esos lugares donde encuentras hasta lo más difícil,
entre tantos nombres y materiales para el acabado de las piezas; sólo recordaba
un nombre aproximado de lo que quería -sólo en mis dudas- en la realidad el
nombre que utilicé para solicitar el producto era el correcto.
Sin más dilación acompáñeme el elector en esta anécdota,
recomendándoles manténgase a una distancia y mejor si puede levite 2 m en la escena, para que
ninguna mirada de odio lanzada por la " amable" tendera pueda
sobresaltarle.
La mañana recuerdo que era un tanto fría y gris, de hecho me
encontraba en el invierno pamplonés, con una chamarra puesta y algo de dinero
me fui a comprar una pátina que había conocido en el curso y que si la tenían
pensaba utilizarla para los resultados finales en escayola de unas figuras que
había modelado en mi casa.
Llegado a la tienda que hace chaflán bajé la manilla de una de sus puertas que ya
de por sí chirriaba, mientras la parte superior también avisaba de mi presencia
al rozar las antiguas campanillas que acostumbraban a poner los comercios para
estar avisados los de la tienda de que alguien entraba.
Aunque fui a la primera hora; ya se encontraban en el lugar
gran número de clientela, principalmente señoras a la búsqueda de sus productos
para remedios caseros de toda índole, desde limpieza de maderas, mármoles, desinfectantes,
mata bichos, jardinería, tintes pinturas, lacas….etc,etc
Quedé pues esperando junto al mostrador perdiendo mi vista
primero en el suelo de tablones de madera que ya hacía muchos años habían
perdido su barniz, dejando ver unas maderas en tonalidades gris ceniza por el
desgaste en el tiempo, luego contemplando la cantidad de botes y productos a
granel que abigarradamente llenaban todas las estanterías que llegaban hasta el
alto techo y que éstos tenderos por su desenvoltura conocían al dedillo donde
localizar la amalgama de compuestos y elementos que les solicitaban- lo cual
para un profano en la materia resultaría muy farragoso su aprendizaje y localización;
por cómo ya les he dicho la descomunal cantidad de artículos en venta.
Esperaba pues con la vista perdida entre tantos recovecos y
objetos, solo alterado mi divagar visual por el tintineo de las campanitas de
la puerta avisando de la llegada de nuevos clientes, a la vez que tres
empleados de edad avanzada escuchaban a su clientela y de paso les asesoraban recomendandoles para sus menesteres lo que necesitaban. (Nada que ver con el trato
aséptico robotiano de los vendedores de hoy en día en grandes centros
comerciales)
Subiendo por unas escaleras que ascendían desde el sótano-almacén
apareció una muchacha joven y muy
agraciada físicamente con la bata del comercio para atender al gran público que
seguía llenando el establecimiento.
Preguntó a quien le tocaba y en esos momentos era mi turno,
exclamé un por favor, con lo cual se dirigió a mi persona.
-¿Qué quería?
A lo cual respondí lógicamente por lo que deseaba comprar….y
entonces es cuando empezó todo.
-¿Tenéis plombagina?
A La muchacha se le cambió la cara “para mal” y me
espetó un interrogativo desagradable
- ¿Qué?
Me di cuenta que desconocía el producto y que solo se había
quedado con el final de la palabra y no era muy agradable la situación pues a
su mirada solo le faltaba exclamar con la palabra …¿Y usted tiene pene? (De las
palabras se contuvo )
El trajín en la tienda seguía y "atenta" mi tendera solo me miraba con
odio exacerbado como si fuera un energúmeno al que no se había ocurrido algo
mejor ese lunes por la mañana, que ir a vacilar a la droguería.
Ya sabrá el lector por experiencia que cuando intentas arreglar
un malentendido, normalmente las cosas se complican y ahí estaba yo para seguir
ganándome el odio de la muchacha.
-Sí….-volví a insistir con el nombrecito de marras y con un
dato más- plombagina, son una especie de polvos oscuros. (Véase en castellano coloquial "echar un polvo")
Lo de los polvos oscuros fue el detonante del aumento en su mirada del odio a mí persona y a continuación buscando una tabla de salvación buscó con sus lindos ojos ya, fuera de sus órbitas y
cara muy cabreada a alguno de sus jefes, mientras yo hacia lo mismo con mi
mirada pues el dialogo parecía haberse roto irremediablemente.
Uno de ellos se percató del odio y cabreo de la muchacha y
dejando lo que estaba haciendo; le preguntó que le pasaba. Ella no dijo
nada…simplemente me señaló con el dedo y el tendero me preguntó ¿Qué deseaba?
Le dije lo mismo que a la muchacha - ¿Tenéis plombagina? Volvió a mirarme ella
como si yo fuera un loco reincidente…
En ese momento ví esbozarse una sonrisa en el señor y sin
llegar a la carcajada le dijo a su empleada.
-Baja al almacén, tienes varios paquetes de plombagina en el
tercer estante…..son unos polvos oscuros.
El resto se lo puede imaginar el lector…..Logré salir con el
producto de tan curioso nombre y que mi encantadora tendera recordará el
malentendido para toda su vida como lo que fue; un lunes en la droguería
¿Tienes plombagina?
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