17 de abril de 2012

Recordando un simpático malentendido en la droguería


Recordando un simpático malentendido – y con ciertas miradas de odio-  tengo el placer de retornar a otros tiempos y recordar esta anécdota de cuando me encontraba recibiendo un curso de cerámica moldes y contra moldes, técnicas para crear con el siempre barro objetos y esculturas que salían gracias al movimiento de nuestras manos y de técnicas empleadas desde muy antiguo, con elementos simples (agua arcilla escayola fuego y diversos componentes que se relacionaban como en la alquimia gracias a los elementos……

Era un lunes en los principios de la década de los 80.
Temprano recién abiertos los comercios, me encaminé a una conocida droguería .Uno de esos lugares donde encuentras hasta lo más difícil, entre tantos nombres y materiales para el acabado de las piezas; sólo recordaba un nombre aproximado de lo que quería -sólo en mis dudas- en la realidad el nombre que utilicé para solicitar el producto era el correcto.

Sin más dilación acompáñeme el elector en esta anécdota, recomendándoles manténgase a una distancia y mejor si puede levite 2 m en la escena, para que ninguna mirada de odio lanzada por la " amable" tendera pueda sobresaltarle.

La mañana recuerdo que era un tanto fría y gris, de hecho me encontraba en el invierno pamplonés, con una chamarra puesta y algo de dinero me fui a comprar una pátina que había conocido en el curso y que si la tenían pensaba utilizarla para los resultados finales en escayola de unas figuras que había modelado en mi casa.

Llegado a la tienda que hace chaflán  bajé la manilla de una de sus puertas que ya de por sí chirriaba, mientras la parte superior también avisaba de mi presencia al rozar las antiguas campanillas que acostumbraban a poner los comercios para estar avisados los de la tienda de que alguien entraba.
Aunque fui a la primera hora; ya se encontraban en el lugar gran número de clientela, principalmente señoras a la búsqueda de sus productos para remedios caseros de toda índole, desde limpieza de maderas, mármoles, desinfectantes, mata bichos, jardinería, tintes pinturas, lacas….etc,etc

Quedé pues esperando junto al mostrador perdiendo mi  vista  primero en el suelo de tablones de madera que ya hacía muchos años habían perdido su barniz, dejando ver unas maderas en tonalidades gris ceniza por el desgaste en el tiempo, luego contemplando la cantidad de botes y productos a granel que abigarradamente llenaban todas las estanterías que llegaban hasta el alto techo y que éstos tenderos por su desenvoltura conocían al dedillo donde localizar la amalgama de compuestos y elementos que les solicitaban- lo cual para un profano en la materia resultaría muy farragoso su aprendizaje y localización; por cómo ya les he dicho la descomunal cantidad de artículos en venta.


Esperaba pues con la vista perdida entre tantos recovecos y objetos, solo alterado mi divagar visual por el tintineo de las campanitas de la puerta avisando de la llegada de nuevos clientes, a la vez que tres empleados de edad avanzada escuchaban a su clientela y de paso les asesoraban recomendandoles para sus menesteres lo que necesitaban. (Nada que ver con el trato aséptico robotiano de los vendedores de hoy en día en grandes centros comerciales)

Subiendo por unas escaleras que ascendían desde el sótano-almacén  apareció una muchacha joven y muy agraciada físicamente con la bata del comercio para atender al gran público que seguía llenando el establecimiento.
Preguntó a quien le tocaba y en esos momentos era mi turno, exclamé un por favor, con lo cual se dirigió a mi persona.

-¿Qué quería?

A lo cual respondí lógicamente por lo que deseaba comprar….y entonces es cuando empezó todo.



-¿Tenéis plombagina?

A La muchacha se le cambió la cara “para mal” y me espetó  un interrogativo desagradable 

- ¿Qué?

Me di cuenta que desconocía el producto y que solo se había quedado con el final de la palabra y no era muy agradable la situación pues a su mirada solo le faltaba exclamar con la palabra …¿Y usted tiene pene? (De las palabras se contuvo )

El trajín en la tienda seguía y "atenta" mi tendera solo me miraba con odio exacerbado como si fuera un energúmeno al que no se había ocurrido algo mejor ese lunes por la mañana, que ir a vacilar a la droguería.

Ya sabrá el lector por experiencia que cuando intentas arreglar un malentendido, normalmente las cosas se complican y ahí estaba yo para seguir ganándome el odio de la muchacha.

-Sí….-volví a insistir con el nombrecito de marras y con un dato más- plombagina, son una especie de polvos oscuros. (Véase en castellano coloquial "echar un polvo")

Lo de los polvos oscuros fue el detonante del aumento en su mirada del odio a mí persona y a continuación buscando una tabla de salvación buscó con sus lindos ojos ya, fuera de sus órbitas  y cara muy cabreada a alguno de sus jefes, mientras yo hacia lo mismo con mi mirada pues el dialogo parecía haberse roto irremediablemente.

Uno de ellos se percató del odio y cabreo de la muchacha y dejando lo que estaba haciendo; le preguntó que le pasaba. Ella no dijo nada…simplemente me señaló con el dedo y el tendero me preguntó ¿Qué deseaba? Le dije lo mismo que a la muchacha - ¿Tenéis plombagina? Volvió a mirarme ella como si yo fuera un loco  reincidente…

En ese momento ví esbozarse una sonrisa en el señor y sin llegar a la carcajada le dijo a su empleada.

-Baja al almacén,  tienes varios paquetes de plombagina en el tercer estante…..son unos polvos oscuros.

El resto se lo puede imaginar el lector…..Logré salir con el producto de tan curioso nombre y que mi encantadora tendera recordará el malentendido para toda su vida como lo que fue; un lunes en la droguería ¿Tienes plombagina?

PD: Ejemplos 1980














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