28 de diciembre de 2011

Requiem a la Escuela Navarra de Teatro


Para los que asombradamente visteis como se quería desmantelar un estrato más de la cultura en Navarra por parte de esos sentados en el poder; los mismos cínicos que presentaron a la ciudad de Pamplona Ciudad Cultural Europea 2016 y que les dieron los miembros del jurado Europeo una buena patada en sus partes por semejante y ridícula presentación que curiosamente; salvo el pavoneo de los políticos en sus perifolladas fotos y declaraciones –para sentir vergüenza ajena- la cultura local seguía bajo siete llaves y desde luego ni a tener en cuenta.No fuera que les robaran las fotos….que los únicos a salir en foto eran esos absurdos políticos incapaces de diferenciar entre un puesto de salchichas en la calle con un espectáculo cultural y artístico. ((Este fue el ridículo que hiciera el Ayuntamiento de Pamplona con el desarrollo cultural “Despertando a la Ciudad” de manos del Concejal de protección ciudadana el Señor Ignacio Polo y bendecido por la alcaldesa entonces y hoy en día presidenta del Gobierno de Navarra)

Y como normalmente el progreso de los pueblos se mide por el desarrollo cultural de los mismos; parece que nos tendremos que ir acostumbrando a este tipo de espectáculos, que si se fijan bien verán sus ropajes al estilo “nosotros tenemos nivel”….del resto mejor un “sin comentarios” .
Titulo -Navidad en Navarra.- de uno de los colegios Mayores del Opus Dei y que si reciben ayudas del Gobierno de Navarra



Os dejo con el Requiem a la Escuela Navarra de Teatro tras 26 años de trabajo y esfuerzos en este texto presentado por algunos alumnos y que ilustra lo que os vengo diciendo.

Un lugar para contemplar

Martes, 27 de Diciembre de 2011 -

TODO el mundo había pagado la entrada para ver aquella obra, y la habían pagado bien cara. Algunos decían que ya habían visto aquel espectáculo en otras partes, también en otros tiempos.
Cuando todos estuvieron cómodos en sus asientos empezó la función. Un respetuoso silencio se adueñó por completo del ambiente.
La expectación aumentó cuando el primer personaje salió a escena. A pesar de su clase y elegancia resultó ser algo cómico, pues se hacia llamar Representante del pueblo sin saber lo que era representar ni lo que significaba pueblo, cosa que provocó carcajadas en el público.
El segundo personaje era un mago llamado Don Dinero, y su truco más logrado era aparecer y desaparecer. Desapareció de los hospitales y también de las escuelas; de las casas y de los teatros, y de muchos sitios más. Era lo que mejor le salía. Después aparecía, por arte de magia, en un tren de alta velocidad, en la banca y hasta en el mismísimo bolsillo de quien se hacía llamarRepresentante del pueblo. La gente estaba perpleja intentando descubrir las maniobras del ilusionista.
Rompiendo la perplejidad y provocando cierta sorpresa, apareció en escena un tercer personaje, éste también apuesto y elegante. Se traía entre manos un proyecto titulado Pamplona, Capital Europea de la Cultura 2016, que se dispuso a leer. Pasó una hoja y otra y otra, y no enunciaba frase alguna hasta que el público se percató de que aquel proyecto no contenía más que páginas en blanco. Ante tan absurda visión, la gente empezó a reír sin contención alguna.
Pasaron minutos y más minutos; el tiempo no dejaba de correr. El público, cada vez más incómodo, esperaba ansioso que algo nuevo ocurriera en escena, pero los personajes se limitaban a repetir lo que ya venían haciendo.
Los resoplidos se transformaron en silbidos y el silencio se truncó en voces que exigían la devolución del dinero de la entrada.
Los personajes se sorprendieron ante aquella reacción del público, pues el guión estaba concebido para adormecer al respetable.
La rebelión del patio de butacas transformó la obra, dotándola de vida. El público exigió ser escuchado, exigió la palabra, el derecho a ser partícipe. En definitiva, el derecho a ser.
Y en esa lucha de ser o no ser nos encontramos ahora, tanto el público como los actores y actrices de la Escuela Navarra de Teatro.
En estos tiempos de recortes, los personajes, los escenarios, los telones, los públicos y las almas temen que las luces se apaguen; temen al silencio y a las puertas cerradas.
Que no nos cierren. Consideramos el teatro como alimento de primera necesidad, ya que alimenta el alma de las personas. Pues el teatro se nutre de lo humano allá donde comunidad y humanidad se hacen uno; allá donde se teje la identidad colectiva; allá donde miles de miradas se encuentran en un sueño plasmado sobre el escenario; allá donde nace otra posibilidad de ser; allá donde se vislumbra la belleza; allá donde se celebra, se aprende, se escucha, se expresa, se comunica, se emociona, se imagina; allá donde la vida todavía es digna de ser vivida; allá en aquel lugar, en ese lugar…
Zoila Berastegi Mariñelarena, María Zapata Esparza, Irantzu Sánchez Zazpe, José Luis Ortiz Parra, Adela García Castiella
Estudiantes de Arte Dramático de la Escuela Navarra de Teatro




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