24 de julio de 2010

Anacronismos pseudo-culturales Pamploneses; hasta en la sopa


Si bien el cuerpo físico necesita de los alimentos para sustentar la materia, la creación y el conocimiento, no viene por que tengamos el estómago lleno, ni por platos ingeridos de más alto postín nos llevarán el conocimiento del arte.
Puede cualquier animal omnívoro de dos o cuatro patas o sin ellas, deglutir los mismos platos y el resultado cultural será el mismo que en el animal humano. Principalmente un buen sopor mientras los jugos gástricos digieren los diferentes manjares engullidos.

Poner cenas como platos culturales a endosar al personal, que se puede permitir pagar 60 euros por comensal  no deja de ser un simple entretenimiento gastronómico y promoción para algunos restauradores. (Ahora le llaman arte y cultura gastronómica)

Para los que creen que el Ayuntamiento de Pamplona ha tenido la “brillante” idea de programar cenas ambientadas en diferentes épocas de la historia, según fuentes consultadas a principio del presente año una empresa privada ofrecioles un programa para cenas digamos con márchamo de elegancia y buen yantar-que no es lo mismo que revestirlas con márchamos de arte y cultura, en la segunda planta del Palacio Condestable.

Curiosamente llegó el verano y se sacan “su conejito de la manga” y repristinando un proyecto inicial no concedido, se montan este verano “sus” cenas que ellos colocan de “culturales” y como verá el lector mejor decir anacrónicas para y con  la simple historia.
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Cenas temáticas de alta cocina o algunos despropósitos "gourmets" del Reyno

POR FERNANDO SERRANO LARRÁYOZ, HISTORIADOR 
CON ocasión de la celebración del Año Jacobeo, y enmarcadas en la campaña que el Ayuntamiento de Pamplona está realizando Pamplona, la primera del Camino, durante los siete jueves comprendidos entre el 22 de julio y el 2 de septiembre se van a celebrar en la Sala de Armas de la Ciudadela una serie de cenas temáticas de alta cocina ambientadas en diferentes épocas históricas, como el Medievo, Renacimiento, Barroco, Clasicismo, Romanticismo o Edad Contemporánea, en las cuales la música va a ser un elemento más de recreación. En este evento participan los restaurantes Alhambra, Túbal, Castillo de Gorráiz, El Molino de Urdániz, Treintaitrés, Rodero y Josetxo, bajo el auspicio de la concejala delegada de Comercio, Turismo e Igualdad del Ayuntamiento de Pamplona y el presidente de Restaurantes del Reyno. Hasta aquí todo perfecto.
Sin embargo, cuando a través de la nota de prensa del Servicio de Comunicación del propio Ayuntamiento de Pamplona y de la página web:http://www.restaurantesnavarra.com/ciudadela.php, uno comprueba algunos menús que se piensan ofrecer, no le queda más remedio que sonrojarse y pasar vergüenza ajena por lo que se pretende ofrecer al comensal, con visos de cierta recreación histórica. Entiendo que debido al tipo de restauradores participantes, la cocina que se quiera presentar esté en la línea de sus conceptos gastronómicos, y, si se quiere, se puede pasar por alto que éstos no tengan nada que ver con recetas antiguas. Pero algo que clama al cielo son los anacronismos que presentan algunos platos respecto a la época supuestamente representada en lo que a los ingredientes que los conforman.
Un ejemplo de semejante despropósito puede ser el menú propuesto para evocar la Edad Media. Veamos, sopa de tomate (el tomate es de origen americano y no llego a popularizarse como salsa hasta finales del siglo XVIII); croqueta de jabugo con pan japonés (¿Pan japonés en la Edad Media? ¡Por cierto, la croqueta se introdujo en la alta cocina española durante el siglo XIX a través de la gastronomía francesa!); huevo escalfado a baja temperatura, infusión de vino oloroso, trufa negra y crujiente de puerros (la trufa no se consumía ni era apreciada en la Edad Media); taco de bacalao al pil-pil con lágrima de piquillos y chips de patata violeta (¡El no va más! El bacalao al pil-pil es propio de la tradición vasca del siglo XIX. A todo esto, los piquillos -supongo que referencia del pimiento- también es de origen americano lo mismo que la patata. ¡Todo un logro de receta medieval!); carrillera de ibérico estofada al vino tinto navarro con crema fina de patata y yuca (Otro lujo exótico, la yuca, originaria del Nuevo Mundo) y para terminar buñuelo de chocolate fluido y brocheta de frutas naturales (¡Chocolate medieval! ¡Qué adelanto!). Algunas consideraciones de este tipo pueden hacerse de otros menús, pero no es cuestión de pedantería ni de extenderme hasta aburrir ¡Por cierto, la patata tampoco se consume en el Renacimiento! Del mismo modo, ¿qué decir de los conceptos clasicismo o romanticismo? Términos que sirven para expresar distintos movimientos artísticos e intelectuales -desde la arquitectura y la música hasta la pintura y la literatura-, pero que en ningún momento tuvieron un peso específico en la evolución de la gastronomía. Por lo que no tiene ningún sentido aludir a una cocina clasicista o romántica en sí.
Probablemente a muchos estas reflexiones les traigan sin cuidado, pero es algo que el Ayuntamiento de Pamplona, quienes presentaron el proyecto y quienes se han ofrecido a llevarlo a cabo sí que deberían haberlas tenido en cuenta. Lo triste es que a la hora de ofrecer actividades relacionadas con la alimentación histórica casi todo vale con el fin de promocionar el turismo. Lamentablemente actuaciones como éstas hacen sonrojarse a más de uno cuando se está abogando por Pamplona como candidata a Ciudad Europea de la Cultura 2016. Espero al menos que la música esté acorde con lo que se quiere representar.
Pd: tras el escrito del historiador FERNANDO SERRANO LARRÁYOZ verá el lector que al público de Gargantua y Pantagruel, hasta se le puede engañar fácilmente por el desconocimiento y manejo de la misma historia y sus datos cronológicos. Por vender fantasía que no quede....si cuela cuela a..... 60 euros



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